lunes, 10 de agosto de 2015

Reseña sobre "¿Ser diferente es desconectarse? Sobre las culturas juveniles." de Nestor García Canclini

En este capítulo el autor plantea un cuestionamiento alrededor del ser Joven, esta pregunta la formula desde una perspectiva social, más allá de lo etario, pedagógico o disciplinar. Describe a la población juvenil como una sociedad determinante en la manera cómo se proyecta un país desde lo socioeconómico y lo político. Problematiza sobre los factores y niveles del desempleo, la falta de fe y la baja satisfacción de los jóvenes respecto a las condiciones en las que viven dentro de sus países natales; todo como una radiografía que demuestra las condiciones de precariedad en la que se encuentran algunos sectores de los países en América latina. De ese modo, explica la incertidumbre del ser joven, en la medida en que hay poco espacio para ellos, y donde sus opiniones no son tomadas en cuenta por la institucionalidad al momento de proponer y aplicar ideas para el cambio.

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Asimismo, Canclini se refiere a la escasez de utopías, al escepticismo de los jóvenes y a la amnesia histórica que se mezcla con la indiferencia por el futuro, evidenciando de esa forma el desencuentro entre las organizaciones hegemónicas y el comportamiento prevaleciente de los jóvenes. En ese sentido, se pregunta sobre el tipo de globalización que se le propone a las juventudes latinoamericanas, quienes al globalizarse como trabajadores, lo hacen con menos estabilidad laboral, sin sindicatos, con menos protección en salud y seguridad, integrándose a un mercado liberal sin negociaciones colectivas, con la presión de estar cada vez más educados y preparados pero para al final tener menos oportunidades; y al globalizarse como consumidores no es más alentador, pues las promesas del cosmopolitismo no se cumplen porque a la vez que se encarecen los espectáculos de calidad, también se empobrecen los recursos materiales y simbólicos de la mayoría.

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En concordancia con lo anterior, se enfatiza en la atenuación de las disparidades entre lo que el autor llama los informatizados y los entretenidos a raíz de la deuda externa en América latina, en donde, citando datos del SELA, cada habitante latinoamericano nace con una deuda de 1550 dólares al nacer, argumentando en ese sentido, que los jóvenes se globalizan primero como deudores globales que como trabajadores y consumidores de esa globalización. Además, estas juventudes viven en un mundo laboral de subcontratación, de trabajos temporales y donde la informalidad laboral es la que lleva el número de la mayoría, disminuyendo así la seguridad social.

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Es en ese contexto donde cada vez más jóvenes toman la decisión de emigrar de sus países por la falta de oportunidades, marchándose con la firme creencia de que las condiciones no van a cambiar por la incapacidad de sus naciones, evidenciando así que la exclusión en el mercado de trabajo aumenta en la periferia.

En ese panorama, un gran porcentaje de jóvenes ha logrado emigrar a países como España, USA o Canadá, mientras que muchos otros tienen el deseo de hacerlo, ya que existe una falta de credibilidad y escepticismo radical hacia el porvenir de la propia cultura. Canclini relaciona esta problemática con la desnacionalización de los recursos y con el hecho de que cada vez más a menudo, las decisiones de las naciones son tomadas por agentes externos, pues muchas de las nociones de esa globalización están sujetas a la dependencia, cada vez mayor, hacia Estados Unidos y a la presencia aumentada de Europa, especialmente de España.

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De esa manera, si con todas las dificultades ya establecidas a nivel laboral los jóvenes logran acceder a las destrezas informáticas, se evidencian muchas otras características de desigualdad, pues los porcentajes de los que pueden acceder a tener Internet son realmente bajos en comparación con los que se tienen que conformar con la televisión de señal abierta, los vídeos y discos piratas, ya que estas desigualdades son determinantes al momento de querer participar en redes comunicacionales. En ese aspecto, el autor diferencia entre el liberalismo clásico (La modernización para todos) y el neoliberalismo (La modernización selectiva). Igualmente, analiza cómo la categoría de joven también puede caer en ese panorama de exclusión, pues aunque el futuro de los jóvenes se perciba como algo sin mucho encanto, esa realidad no es igual para todos, puesto que la diferencia está en la manera cómo se conectan o quedan desconectados.

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En el texto se evidencian algunas generalidades frente a las condiciones de jóvenes y niños de la calle y a otras formas de desprotección dentro del modelo económico imperante. Situaciones que se expresan en realidades concretas, materializadas en guetos, barrios cerrados en donde existe un gran déficit de expectativas, rabia y frustraciones en la vida de los jóvenes que habitan estos espacios urbanos. En este sentido, Canclini también afirma que lo itinerante como rasgo de estas formas de exclusión no es solo nomadismo, pues responde a todas las problemáticas de desempleo, a una coincidente forma de exclusión, como maneras distintas de experimentar la marginalización. Del mismo modo, hace una descripción basándose en Makowski, sobre las condiciones y características perceptivas del tiempo para los jóvenes de las calles, quienes viven en un tiempo enmarcado por la irrupción de las instituciones policiales o benéficas, que marcan y determinan sus temporalidades.

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Por otra parte, el autor argumenta que los cuestionamientos acerca de las problemáticas sociales han variado considerablemente, así como los que daban las respuestas, ya que anteriormente eran los intelectuales quienes respondían, como en el caso de Sartre u Octavio Paz. Sin embargo, hoy las preguntas las responde Internet, mientras se pone más atención a las telenovelas que a las novelas escritas; al mismo tiempo, no son las universidades las portadoras de las respuestas, sino la publicidad. Inclusive, los políticos, que antes respondían algunas de esas preguntas, han dejado que sus creativos publicitarios e inversores sean los que respondan a las inquietudes de la mayoría.

En el texto se hace un paralelo entre lo que se pensaba de la juventud en la década de los 70, cuando se preguntaban qué significaba ser la primera generación que creció con la TV y el Zapping, mientras hoy nos preguntamos sobre la generación que vive entre lo mediatizado como algo que expresa distanciamiento y la interconectividad que genera una sensación de cercanía y simultaneidad. Así, Canclini analiza las características de consumo de los jóvenes, que prefieren lo súbito de los filmes de acción a historias que interpelen la subjetividad. Hace referencia a la rapidez con que se vive y a la fugacidad de los acontecimientos que declaran la falta de historicidad, lo sincrónico de la realidad, la velocidad de la comunicación, los elevados decibeles y la híper-realidad de lo instantáneo. Esto demuestra lo fragmentada que está la información y cómo esa fragmentación hace parte de la manera en que los jóvenes se acercan a esa información generalmente descontextualizada.

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De esa manera, el autor muestra que existe, no solo escepticismo, sino una fragmentación y una discontinuidad histórica en estas colectividades, pues la información que reciben no es articulada a un todo y se muestra descontextualizada. Ahora bien, estas situaciones no solo hacen parte de los jóvenes con baja escolaridad, sino también de jóvenes de clase media por la opulencia informática y la interconexión, ya que ninguno cree en lo que pasó ni en lo que vendrá, son solo el ahora y la inmediatez las únicas posibilidades, pues como lo dice el autor: “Si quieres vivir el hiperpresente, no te quedará tiempo para la memoria ni para la utopía.” p.175.

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Ahora bien, esos cambios y nuevos modos de temporalidades no parecen ser exclusivos de las culturas juveniles, púes hay otros aspectos de la realidad contemporánea que demuestran esa misma complejidad temporal. Por un lado está la forma de hacer política, mientras que por el otro lado se encuentra la volatilidad y la alta velocidad con la que opera el mercado neoliberal atemporal, ligado a la obsolescencia programada y en función de una producción acelerada. Es así, que el autor se pregunta sobre la correspondencia existente entre la exaltación del instante de la vida cotidiana en el consumo, y la dinámica escurridiza de los mercados de bienes y mensajes.

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Sin embargo, en unos contextos específicos relacionados con lo financiero, la temporalidad secuencial, histórica y diacrónica de los sujetos sí es tenida en cuenta para identificar a quienes sean responsable a largo plazo de sus obligaciones financieras. De la misma manera como sucede con los acuerdos a largo plazos en los TLC, que también afectan las condiciones de América latina. En ese sentido Canclini se pregunta si “hay un modo de narrar la temporalidad distinto de los que apuestan en el casino de las inversiones o disciplinan la sucesión de nuestros actos para que paguemos las cuotas.” p.177.

Por último, el autor valora algunas acciones aparentemente despolitizadas como los grafitis, analizando cómo hoy las juventudes se articulan a causas más que a organizaciones. Así, hace alusión al grupo de rock Café Tacuba, que en la canción Borrego sintetiza lo diverso y multicultural del ser joven hoy en día; apoyando unas luchas en lo político, que no van directamente respondiendo a demandas y réditos mercantiles, más que a la reivindicación de ciertos modos de vida.

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Referencias.

García Canclini, N (2004). Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de interculturalidad. Barcelona: Gedisa. Capítulo 8. ¿Ser diferente es desconectarse? Sobre las culturas juveniles.

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